Teníamos muchas ganas que nos llegase el turno para poder escribir sobre este increíble país. No solo por donde se encuentra, su magia o lo que siempre hemos oído, sino porque para nosotros fue la primera vez que hacíamos un viaje de esa índole, era nuestra primera vez fuera de Europa y la falta de experiencia veréis que se hace notar durante todo el viaje.
Disponíamos de unas tres semanas para recorrer parte de la costa este de Australia y empezamos nuestro viaje por Sydney.
Nos alojamos en un lugar que no podemos mencionar porque fue algo realmente desastroso. Para que os hagáis una idea, la recepción del lugar estaba bajo una puerta de hierro forjado, como las puertas de cualquier cárcel, la habitación contaba con inquilinos inesperados no muy agradables y los baños compartidos eran un insulto a la salud. Nada mas poner un pie en la habitación, dejamos las cosas e intentamos conseguir alojamiento en otro lugar pero, resultó que todo era bastante caro para nuestro presupuesto. Haciendo de tripas corazón, decidimos quedarnos pisando el lugar solamente para dormir y cuanto mas tarde fuéramos, mejor sería. Esta situación nos vino bien porque hizo que estuviésemos todo el día en la calle disfrutando de nuestro viaje.
Todo el mundo conoce esta maravillosa ciudad y no solo por los JJ.OO. del 2000, sino por la majestuosa «Sydney Opera House» que preside parte de la bahía de la ciudad. El mejor lugar para poder disfrutar de la impresionante azaña arquitectónica es desde el Mirador de Mrs Macquarie’s Chair. De dicho lugar están tomadas las fotografías de arriba.
No llegamos a entrar dentro del edificio pero, te debe dejar con la boca abierta. Solamente andar por sus alrededores y ver esas cúpulas con forma de concha merece la pena el viaje de casi 24 horas.
Fue en la decada de los 40 cuando los australianos empezaron a pensar en construir un teatro para la Opera pero, no fue hasta el 1959 cuando se materializó su construcción convirtiendose hasta la fecha, en la protagonista de cualquier postal de la ciudad.
En el 2005 fue declarada patrimonio nacional para que en el 2007 pudiera conseguir el título de «Patrimonio de la Humanidad». Como curiosidad, cabe destacar que también fue una de las candidatas a ser elegida como Séptima Maravilla del Mundo. Lamentablemente, no lo consiguió.
The Sydney Opera House, esta custodiada por otra obra arquitectónica impresionante. Se trata del Harbour Bridge de Sydney, uno de los puentes mas famosos de todo el país y el cual se puede apreciar en todo su esplendor desde el Circular Quay.
La característica principal de este puente es algo poco común entre los puentes del mundo. Este mismo se puede atravesar de lado a lado por su parte curva. Es una hazaña algo agotadora físicamente y si sufres de vértigo… puedes pasar un mal rato. Para que os quedéis algo mas tranquilos, el curioso paseo se hace por una plataforma debidamente acondicionada y con arneses de seguridad.
En esta misma zona de Sydney, se encuentra el Darling Harbour, un lugar muy apropiado para cenar, tomar unas copas o simplemente sentarse y disfrutar de la incesante actividad de la bahía de Sydney. Si os gusta comer bien y sois aficionados a la comida tailandesa tenéis que hacer una parada en el Restaurante Thai Foon (www.thaifoon.com.au). No es caro para nada aunque suele sobrepasar el presupuesto que un mochilero pueda llevar encima para comer. Nosotros estuvimos, disfrutamos mucho y luego intentamos volver pero, estaba cerrado ese mismo día.
Sydney no solo es la Opera House, el Harbour Bridge y su Darling Harbour . La ciudad tiene un abanico amplio de lugares de visita obligada. Sin ir mas lejos, la ciudad cuenta con un gran barrio chino «Chinatown» y cerca de este, está The Garden of Friendship (Jardín Chino de la Amistad). El jardín fue un regalo de China a la ciudad y es de los pocos auténticos jardines chinos que se pueden encontrar fuera del país asiático.
La mejor vista aerea de la ciudad se encuentra en la parte superior de la Sydney Tower. La torre de telecomunicaciones de la ciudad, mide mas de 300 metros y alberga oficinas, tiendas, cines y restaurantes.
Desde esta maravillosa torre encontraréis la mejor vista a la Catedral de Santa Maria (St. Mary’s Cathedral). Una Catedral gótica de piedra y con un aire muy europeo.
A parte de todo lo comentado hasta ahora, a nosotros lo que mas nos gusta es coger un mapa y andar por las ciudades y Sydney no iba a ser menos… es de la mejor manera que pudimos ver el Spanish Quarter (barrio claramente con influencia por la emigración española en la ciudad) y los barrios de King’s Cross y The Rocks que como diría un amigo, son barrios muy «simpáticos» por los que pasear sin un rumbo fijo…
Casualmente, y como dicho antes, andar sin un rumbo fijo hizo que nos encontrásemos con la celebración del día de St. Patrick. Como podéis ver en las fotos, existe una gran comunidad Irlandesa en Sydney y hay que reconocer que el día de St. Patrick es muy divertido, independientemente de la ciudad donde tengas la oportunidad de celebrarlo.
Para terminar nuestra primera parada en este enorme país, fuimos a disfrutar de la playa mas cercana de la ciudad, Bondi Beach. Se puede llegar a ella con un autobús de linea. Como aficionados, sin suerte para poder disfrutarlo, no pudimos esperar a sentir el concepto de surf para los australianos.
Tan solo pisar esa arena hace que tengas ganas de subirte a una tabla y montar las olas aunque no sepas. El ambiente de este deporte nacional se palpa en cada una de las personas que disfrutan de esta playa, desde niños saltando sobre la tabla, todavía en la arena, hasta los semi-pro riders depurando su técnica o simplemente disfrutando de lo que se siente encima de las olas. En definitiva, gran lugar para conocer y vivir!