A unas siete horas de tren desde New Delhi y con dirección al Noroeste del país, nos topamos con Amritsar. Situado a apenas una hora en coche de la frontera con Pakistán, esta ruidosa, polvorienta y superpoblada ciudad esconde uno de los tesoros mas preciados de la India, el Templo Dorado.
Situado en medio del bullicio ocasionado por las callejuelas y bazares del barrio viejo de la ciudad, el Harmandir o Templo Dorado sobrecoge a cualquier persona que lo visite.
Centro espiritual de los Sijs, custodia entre sus muros el «Adi Granth», el libro sagrado. Cualquier practicante de esta religión, intentará visitar al menos una vez en su vida el Templo, no sólo para contemplarlo, sino para poder purificarse en El Estanque del Néctar de la Inmortalidad que custodia el templo.
Hay que visitar el templo durante las diferentes fases del día ya que cada una puede llegar a impresionar más que la anterior. El amanecer es algo imprescindible de ver, eso sí… hay que levantarse muy temprano para poder contemplarlo.
Dentro de El Harmandir se encuentran los Gurudwaras que son alojamientos gratuitos para todos los peregrinos y que acogen tanto a Sijs como a extranjeros durante un máximo de tres días. Aunque el alojamiento es gratuito, se recomienda hacer una donación para el mantenimiento del lugar. Nosotros nos alojamos en estas instalaciones y dejamos unas 200-250 rupias por persona. Os recomendamos encarecidamente que si visitais esta ciudad, tratéis por todos los medios hacer noche en este lugar, es una experiencia única.
Justamente a la entrada al complejo, se encuentra el Guru-ka-Langar que es el nombre que recibe el enorme comedor comunitario donde se ofrece gratuitamente comida a todos los visitantes sin distinción de raza. Ahora bien, no penséis que será un restaurante cómodo y en el que puedes elegir el qué llevarte a la boca. Para poder entrar en el comedor, al igual que en el resto de las instalaciones del Templo, debes quitarte los zapatos y una vez dentro, disfrutad del impresionante lugar y la organización de la que hacen uso para poder atender a tanta gente.
A lo largo del comedor se extienden alfombras súper largas en las cuales te debes sentar para poder comer junto con el resto de la gente. Se sirven tres comidas al día y siempre se componen de los mismos platos: arroz cocido, sal (un tipo de guiso de lentejas), pan chapati y arroz con leche. También ofrecen té indio durante todo el día en una habitación colindante.
A parte de la donación monetaria que se pueda hacer para ayudar al mantenimiento del Templo, nosotros tuvimos la oportunidad de ayudar a fregar platos. Fue una experiencia muy agradable y en la que nos lo pasamos súper bien. No sólo estábamos ayudando de alguna manera sino, que estábamos compartiendo algo súper importante para las personas que nos rodeaban y las cuales se interesaban muchísimo por nosotros. Nos miraban con cara de «¿que hacéis aquí?, no necesitáis estar aquí pero, lo estáis así que, muchas gracias».
La hospitalidad de los Sijs es inmaculada. Cualquier persona es bienvenida en el templo pero, se debe cumplir con unas normas básicas que los guardas del templo se encargan de que cumplamos los visitantes. Algo bastante claro es la prohibición de consumir o incluso llevar encima tabaco, alcohol o drogas en el recinto. Al entrar en el templo, es obligatorio desprenderse de los zapatos, crubrirse la cabeza con un pañuelo y lavarse los pies en las piscinas de mármol que se deben de atravesar para acceder al Templo.
Aunque la ciudad puede llegar a ser un caos y algo agobiante por la cantidad de gente, trafico y contaminación acústica, en el mismo centro se puede encontrar el Jallian Wala Bagh que proporciona la paz y la tranquilidad que a veces se necesita.
En este jardín se esconde la trágica historia sobre la masacre que sufrió la ciudad a principio del siglo XX. Las tropas británicas invadieron la ciudad matando a unas 1800 personas sin diferencia de sexo, edad o creencias. En esta espeluznante masacre fueron asesinados hombres, mujeres y niños tanto sijes, hinduistas y musulmanes.
La matanza mermó las relaciones entre la India y el Reino Unido, dando pie al movimiento de no cooperación que lideró Mahatma Gandhi.
Hay algo en Amritsar que se asemeja a la ficci n. Es una mezcla extra a que se da entre el caos de la ciudad y la espiritualidad del sitio; algo que de primera impresi n aturde, pero conforme uno se sumerge en el ritmo del lugar, se vuelve fascinante. Por algo se considera el centro religioso de los sijs.