Tras un par de dias en Mui Ne, decidimos saltarnos la ciudad costera de Nha Trang y viajar directos hasta la ciudad historica de Hoi An. Tomamos un autobús nocturno de unas 16 horas que nos costo 19 Usd a cada uno de nosotros. Los buses aquí son todos con asiento cama, pero entre que son tamaño vietnamita y el mal estado de las carreteras, no conseguimos pegar ojo en toda la noche.
A la llegada a la terminal de Hoi An, numerosas personas se nos acercaron ofreciéndonos hostales donde alojarnos. Decididos nos montamos en la furgoneta de uno de ellos y nos fuimos a verlo. El lugar estaba muy limpio, tenia piscina y bicicletas de manera gratuita. El único inconveniente es que estaba a unos 20 minutos andando del centro, pero con bicicleta estaba a un paso. Decidimos quedarnos aquí, en el Hoian Grassland Hotel, porque la habitación triple nos costaba unos 15 Usd por noche y el personal lo encontramos bastante amable.
Nos pusimos a caminar hacia el centro y no pasaron ni 10 minutos hasta que una señora nos abordó y nos pidió que la siguiéramos a su tienda de moda. Hay que decir que Hoi An es muy famoso porque hay cientos de sastrerías donde te hacen en tiempo récord cualquier vestido o traje que quieras. Con el presupuesto que teníamos, no pudimos decantarnos por ninguno, por lo que seguimos nuestro camino en dirección centro.
Cuando entramos en el Casco Antiguo de la ciudad nos dio la impresión de que el tiempo se detuvo hace muchos años. Es una ciudad señorial y encantadora, cargada de historia y Patrimonio Mundial por la Unesco. Fue uno de los puertos más importantes de todo el país, pero durante los años ha sufrido muchos altibajos y a principios de los noventa el turismo comenzó a aterrizar en esta pequeña localidad. Hoy en día es probablemente la ciudad con mas ambiente de todo Vietnam.
No es extraño encontrarse hoy en día, en medio del casco antiguo, pequeñas plantaciones de arroz que te dejan embobado con su belleza.
En el Casco Antiguo se puede comprar una entrada por 90.000 Dongs que permite visitar cinco de los muchos templos y pagodas que hay. Cabe decir que tambien hay muchos otros a los cuales se puede acceder sin coste alguno.
Si tuviesemos que destacar algo de la ciudad sería su ambiente ribereño y la amabilidad de sus personas. Es encantador pasear por el mercado nocturno, atravesar los numerosos puentes o perderse por las callejuelas encontrando un restaurante bueno, bonito y barato… jajaja.
La puesta de sol desde el puente principal es preciosa.
El Puente Cubierto Japonés es uno de los símbolos de la ciudad. Está cubierto y sus entradas están custodiadas por perros y monos, ¿porque?… pues porque el puente se empezó a construir en el año del mono y terminó en el año del perro. ¿Tiene su lógica, verdad?
Nosotros encontramos nuestro restaurante a tan solo unos metros de nuestro hotel. Hoai Linh’s hace maravillas culinarias a un precio bastante asequible. Si por alguna casualidad pasais por aqui, hay que probar el Cao Lao, unos noodles gordos exquisitos, y las White Rose, unas empanadas de masa de arroz rellenas de gambas que simulan una rosa.
Otro de los restaurantes, mas que un restaurante es una bocatería, que deberías probar, es el Banh Mi Phuong. Los bocadillos están riquísimos y son super baratos, tan solo 20.000 Dongs (0,80€).
La playa de Hoi An se encuentra a apenas unos 6 km desde la ciudad. Llegamos en bici y nos sorprendió porque, a diferencia de Mui Ne, la playa estaba limpísima y el agua cristalina.
Esta ciudad cargada de historia, buen ambiente y buenas playas ha sido un gran acierto en nuestra ruta hacia el norte, ¡HAY QUE VISITARLA SI O SI! ¿Qué te ha parecido?
Nos vemos en la próxima parada…